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¿El mundo en sitio?

Por Farah Hallal 

27 de mayo de 2020.- Desde diciembre de 2019 el mundo conocido estaba saliendo de su eje, pero pocos vimos venir lo que se avecinaba. Ya en enero, Wuhan se puso de cabeza, pero la desgracia que ocurre lejos tampoco nos impacta demasiado. Cuando el coronavirus llegó a Europa y vimos que los superpoderes que nos dio el eurocentrismo no bastaron para detener a los muertos, advertimos que la sangre llegaba al río.

El Covid-19 desafió todos los protocolos, las previsiones, las estadísticas que regían la economía, la sanidad, la educación, el turismo, la inmigración legal o ilegal, los ataques terroristas, los delitos… En resumen: lo desafió todo y en todo el mundo. Fue entonces cuando nos vimos en la obligación de resguardarnos en casa. Pero ¿cómo lo vivimos las personas que, desde antes, no teníamos el mundo en sitio?

Conocí la Federación de Mujeres Progresistas (FMP) y la Asociación Alanna recién llegada a España. Pronto decidimos colaborar para aplicar el programa Cordón Umbilical. Un espacio de animación a la lectura y escritura dirigido a madres y sus hijas e hijos.  Desde febrero de 2019 trabajamos textos literarios infantiles con actividades de poslectura. De la mano de la creatividad exploramos la sensibilidad artística visual y escrita, así como el autocuidado, la comunicación y manifestaciones de afecto en la familia, la separación y el duelo, entre muchos otros ejes transversales.

Pero llegó la etapa del confinamiento. ¿Qué podíamos hacer? ¿Lo más? Colgar un pdf en el grupo de wasap y comentar impresiones sobre la crisis sanitaria. Sin embargo, cuando el pico de los muertos había superado cualquier expectativa, el grupo de WhatsApp enmudeció. Era obvio que las madres estaban lidiando con esta realidad en sus propios espacios de sombra y, como yo vivía lo mismo, tampoco me extrañó. Entonces, pareció una buena idea hacer llamadas por videoconferencia. Se suponía que estas sorprenderían a niñas y niños como Gloria[1] (6) y Theo[2] (5). ¿Pero quién es Gloria y quién es Theo?

Gloria es una niña que siempre está feliz. Siempre es amigable, expresiva, generosa, dada a compartir. No importa que te acabe de conocer, te tratará como si te conociera de toda la vida. En cambio, Theo siempre es evasivo, esquivo, solitario. Prefiere tener su espacio para jugar sin tener que hacer turno para usar su juguete. No le gusta que le lleven la contraria y te demuestra día y noche lo disgustado que está con la vida. Al principio fue un desafío, pero con el tiempo, empezó a confiarme sus sentimientos como si fuésemos cliente y bartender de toda la vida. La realidad es que para algunos el mundo ha estado de cabeza desde mucho antes de que se impusiera el #quedateencasa.

Cuando tocó su videoconferencia, Theo me contó sus inquietudes. Estábamos en la etapa más difícil del confinamiento. Le resultaba tan extraño el comportamiento de su madre (¡no podían salir y nadie podía visitarles!), que parecía que empezaba a dudar de ella y sus intenciones. Por lo que me dijo, me pregunté si Theo se sentía secuestrado. Sintió cierto alivio cuando le expliqué por qué su madre tenía este comportamiento. Hasta entonces, Theo había tenido una sola versión de los hechos y era tan antinatural a su rutina, que el chiquillo estaba viviendo en un estado extremo de ansiedad e incertidumbre. ¿No es acaso comprensible?

Entonces surgió la idea de escribir el cuento. ¡Nadie aún le había dado una explicación convincente o completa! ¡No había tenido más de una fuente para recibir una información que había que ser muy tonto para creerla! ¿Que la policía te multa por salir a la calle? ¿Que hay que disfrazarse para salir exclusivamente al supermercado? ¿En serio? Esas afirmaciones eran muy tontas para que alguien las creyese. Aunque ese alguien solo tuviera cinco años.

Esa es la historia detrás de la historia ¿El mundo de cabeza? Un cuento que nació como una explicación imprescindible para personas que aún no cumplen los siete años, pero que lleva un mensaje de esperanza a gente de todas las edades: el amor nos mantendrá de pie. ¿Cómo haríamos que este cuento llegara a cada vez más personas? ¡Qué aspiración! Pero si el Covid-19 estaba llegando, ¿por qué este cuento no podría llegar?

La Fundación SM promueve en diez países de Iberoamérica (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, España, México, Perú, Puerto Rico y República Dominicana), la investigación y creación de programas en el ámbito educativo, siendo una de sus prioridades la animación a la lectura y la escritura. Por eso resultó tan acertado aunar esfuerzos para emprender el Proyecto Scherezade, que consiste en echar a rodar en las familias espacios íntimos de lectura y actividades que tuvieran como objetivo fortalecer el sentimiento de unidad y seguridad en el entorno familiar. Gracias a su presencia en nueve países, Fundación SM hace realidad que cada vez más personas puedan vivir este estado antinatural con un brote de esperanza. También gracias a la Fundación SM pudimos contar con la talentosa ilustradora Bea Lozano. Su línea gráfica minimalista y conmovedora ha dado como resultado una propuesta creativa que toca directamente el corazón.

Hará casi diez años mi amiga Cristiane Grando me hizo entender que “traducir es amar”. Pensando en eso queremos que familias de todas partes encuentren consuelo y esperanza a través del Proyecto Scherezade. Gracias al amoroso apoyo de las escritoras y traductoras Cristiane Grando (Brasil), Meg Petersen (Estados Unidos), Geraldine de Santis (RD/Italia) y Espérance Aniesa (Francia) el cuento ¿El mundo de cabeza? se tradujo al portugués, inglés, italiano y francés. ¡Y estará en otros idiomas! ¡Sí que es contagioso el amor!

Lo único que nos queda a quienes hemos colaborado para hacer este sueño posible, es que cada vez más personas envíen a los suyos ¿El mundo de cabeza? Mientras nuestra historia esté caminando por las redes y llegue al corazón de un niño o una niña, se abrirá la oportunidad de sembrar esperanza. Ya no es cosa del Covid-19. Pero gracias a este virus hemos visto que es fundamental fomentar en nuestros pequeños una respuesta resiliente ante las adversidades.

[1] El nombre se ha cambiado para proteger la identidad de la menor.

[2] El nombre se ha cambiado para proteger la identidad del menor.