Álvaro Marchesi: «Un docente debe diseñar situaciones de aprendizaje que respondan a la diversidad de alumnos»
En enero de 2017, la Fundación SM, a través de sus Instituto de Tecnología, Educación y Aprendizaje lanza una oferta formativa de innovación pedagógica dirigida por Álvaro Marchesi, catedrático de Psicología Evolutiva y de la Educación en la Complutense de Madrid.
En esta entrevista hablamos con él sobre los retos que plantea el futuro de la educación.
Pregunta. ¿Qué retos plantea la educación del futuro?
Respuesta. Hay algunas características que definen estos cambios: cada vez hay mayor diversidad de alumnos en las aulas; los objetivos de la educación no deben de estar centrados solo en la adquisición de conocimientos, sino también en el desarrollo de competencias emocionales, sociales y éticas; el trabajo de los docentes debe orientarse a favorecer el interés y el compromiso de los alumnos con su aprendizaje; se aprende en múltiples entornos tanto escolares como extraescolares, por lo que la relación con ellos, en especial con las familias, tiene que estar presente en la tarea pedagógica; los alumnos aprenden en gran medida con los compañeros; y los diversos sistemas tecnológicos que habitualmente utilizan los alumnos han de formar parte de la metodología didáctica.
Por tanto, un docente debe ser capaz de diseñar situaciones de aprendizaje que respondan a la diversidad de alumnos que se encuentran en su clase; de favorecer su desarrollo social y emocional; de utilizar metodologías activas que favorezcan la autonomía, la cooperación entre los alumnos y su interés por aprender; de tener en cuenta los diferentes contextos de aprendizaje y de incorporar la tecnología en su enseñanza.
P. ¿Crees que la formación de los docentes responde a estos retos?
R. Lo que yo conozco es que la mayoría de las ofertas formativas facilitan al profesor el acceso al conocimiento de su materia y a sus principales métodos pedagógicos, lo que está bien. Incluso se incluye en ocasiones la dimensión emocional y social de los alumnos. Pero presentan dos insuficiencias: los cursos suelen tener un diseño general cuando los profesores viven situaciones pedagógicas concretas y específicas; y suelen ser teóricos, por lo que el profesor tiene que ser capaz de aplicarlo en su aula una vez terminado el curso. Es decir, se separa la teoría de la práctica. Y lo más complicado y lo que necesita más atención es la práctica en el aula.
P. ¿Por eso habéis ideado estos cursos?
R. Estamos tratando de ofrecer unos cursos que respondan a lo que necesita la educación y los profesores: que sean prácticos, es decir, que el curso sea la práctica innovadora en el aula, lo que supone que al menos la mitad del curso se realiza en la actividad docente habitual del profesor; que sean personalizados, es decir, que cada profesor participante diseñe su propia práctica en función de su centro docente, de las características de sus alumnos y de su propia experiencia; y que haya un acompañamiento continuo y personal a lo largo del curso. Al terminarlos tenemos que comprobar si hemos acertado en el enfoque, en la metodología y en los temas elegidos. Y, desde luego, si los profesores participantes nos dicen que están satisfechos y que les ha servido para enseñar un poco mejor y con más seguridad.
P. ¿Qué cualidades de todas las que necesita un buen profesor destacarías?
R. Seleccionaría cuatro: la competencia para responder a la diversidad de sus alumnos en su enseñanza; la sensibilidad ante los intereses, emociones y problemas de sus alumnos; la voluntad para trabajar y formarse en equipo; y la capacidad para enfrentarse a los dilemas éticos de la profesión docente